La revolución de los 22 días

Cultura | Libros | Reseña | Bienestar
Por Pau Martínez Solís
Libro: La revolución de los 22 días
Autores: Marco Borges
Editorial: Grijalbo
Páginas: 308

        El libro que reseñaré a continuación y la forma en que lo haré es especial en el sentido de que todo lo que se recomienda lo llevé a la práctica; aunque tuve mis tropezones.



Este es un libro que trata de la importancia de cambiar tus hábitos alimenticios; es un programa a base de plantas, en el que se eliminan lácteos, productos de origen animal y productos procesados, con el propósito de fortalecer tu cuerpo y mejorar tu vida a corto y largo plazo. También es un libro que puede ayudar a quienes desean bajar de peso de manera que el tipo de alimentación propuesto se vuelva un estilo de vida.

         Recomendación: Antes de tomar cualquier decisión respecto a tu alimentación te sugiero acudir con un especialista.



         Cuando escuché hablar al autor de su libro, iba en el auto, esto fue en el programa de radio de Marta Debayle; me llamó mucho la atención por todos los datos aportados relacionados con el sentirse bien y no enfermarse, y quiero compartirles mi interés de llevar a la práctica este cambio de hábitos.

         Mi deseo no era bajar de peso, lo que estaba buscando era sentirme bien físicamente, ya que tres meses me la pasé enferma y tomando muchos medicamentos y de alguna manera mi cuerpo ya estaba resentido, o al menos eso sentía, porque la infección en la garganta no desaparecía ni las gripes constantes; además de que empecé a hartarme de lo que estaba comiendo en ese momento y sumémosle tanto dolor de cabeza y el dinero en medicamentos y consultas (miles de pesos). Y de repente escuché la entrevista y corrí a la librería. Han de saber, que ya había leído a un par de autores antes de decidirme por éste.

         ¿Qué encontrarán en este libro? En principio el libro está dividido en 5 secciones, partiendo de datos duros para concientizarte de que es importante comer bien, comer plantas y te va llevando de la mano hasta la preparación y las implicaciones de llevar a la práctica el cambio de hábitos, así como ejercicios para combinar con tu plan alimenticio. De igual manera y para hacerte más sencilla la transición viene la lista de compras (por semana) para que equipes tu alacena con alimentos sanos y vivos.

         Algo que me pareció muy bueno en este libro es que el autor es claro y realista en todo momento, ya que no hay fórmulas mágicas, simplemente es uno el responsable de todo lo que sucede en el camino; sin embargo en cada paso que des encontrarás lecturas que te motivarán a seguir adelante.

         Hay recetas para 22 días (Desayuno, almuerzo y cena), y Marco Borges emplea esta cifra porque es la cantidad de días que se requieren para generar un hábito y la promesa es que al final, es decir, en el día 23 desearás continuar con el plan. Así mismo, encontrarás imágenes de los diferentes platillos para que tengas una idea de cómo deben quedar.

        
A continuación les relato a grandes rasgos mi experiencia en estos 22 días, aunque es importante que siempre tengan en mente que cada persona es distinta, para algunos puede ser más sencillo, para otros no, como es mi caso, pero al final de cuentas y lo que hay que resaltar es que me sentí perfectamente bien desde el primer día, desaparecieron los dolores de cabeza. Por otra parte, debes tener presente que de la cocina no te moverás, porque todo lo que preparas es fresco, aunque te da opciones donde puedes preparar comida para llevar y no sea pretexto para que no alcances tus metas. Lo positivo es que todo es rápido de hacer. Una última aclaración, además de mi cambio de hábitos, complemento con vitaminas que el médico me recetó, ya que mi ritmo de trabajo es muy fuerte y requiero refuerzos. Sin más preámbulo, aquí les van mis 22 días.

Día 1: Mi resistencia al cambio se hizo presente, comí lo que el menú del día establecía, sin embargo me sentía rara, aunque motivada. Sentí hambre (según el autor, eso está bien, porque está funcionando) aunque observé que era más por ocio que quería comer, así que tomé agua.
Día 2: Inicié bien el día, motivada ya que el día anterior lo pude superar. No me encantó el puding de chía del desayuno, pero la comida y la cena, si. Desaparecieron mis dolores de cabeza.
Día 3: He de aclarar que no me gustan los tacos al pastor, pero este día moría por comer unos, sentí más hambre; sin embargo me apegué al menú en el desayuno y la comida. Aquí llegó mi primer tropezón, en la noche salí y cené 3 pedazos de pizza, aunque claro, lo rescatable es que el sitio al que fui lo preparan de la manera más natural posible y la masa muy delgada, en Raphaellos (vayan, es muy rico y natural).
Día 4: Desayuné y cené lo que el menú indicaba, solo en la comida comí pan de cazón, ya que hicieron comida en casa de mis padres. Me lo devoré y si sentí mucha hambre en el día.
Día 5: Este día de plano fue mi perdición, me salí totalmente del plan, solo el desayuno respeté. En estos casos, el autor recomienda no desalentarse y retomar el camino y así lo hice al día siguiente.
Día 6: Retomé el camino y comí todo lo que el menú establecía. Este día ya no sentí mucha hambre o ganas de comer dulces, sentí que ya se me hacía un tanto más sencillo.
Día 7: Comí todo lo que el menú indicaba, y aunque añadí colación, más que por hambre, observé que comía por ansiedad. Para este día me sentía muy bien, no sentí dolor de cabeza en lo absoluto y hasta mi piel la sentía diferente.
Día 8: Me apegué con normalidad al menú, desaparecieron los antojos por lo dulce, los alimentos del menú los disfruto más. Me siento muy bien de salud, incluso desapareció mi alergia de la mañana.
Día 9: En esta ocasión le cambié al desayuno por un licuado verde ya que no tenía hambre al despertar, sin embargo la comida y la cena, la hice tal cual. En general me sentí bien y la sensación de hambre se redujo; tomé más agua. Observé que mi piel se ve mucho mejor, mis ojeras han ido desapareciendo.
Día 10: Me apegué al menú en el desayuno y la comida, esos tacos de nueces son una delicia. Para la cena, ya que salí, pedí sushi, en su versión más natural (el autor también te da opciones de lo que puedes pedir cuando no tienes otra opción que comer fuera). En el día me sentí bien, normal y motivada a continuar porque estoy viendo resultados muy positivos.
Día 11: Desperté sin hambre e hice algo que no se debe hacer, omití el desayuno. Lo peor que se puede hacer es no comer. Para la comida obviamente moría de hambre y tuvo consecuencias, comí fuera y un sándwich fuera de contexto; me cayó pesado por el aceite, aunque en la noche retomé el camino.
Día 12: Decidí que no quería comer nada de los menús propuestos, me sentí harta.
Día 13, 14 y 15: Retomé el menú y me sentí bien, no me costó tanto, y volví a la normalidad, en lo que a alimentación sana se refiere.
Día 16: Me volví a salir del menú y comí lo que pude, volví al trabajo y no tuve tiempo ni energía para cocinar
Día 17: Decidí dejarlo todo…. Me faltaron 5 días para lograrlo.

         Han pasado un tiempo desde que abandoné el reto, y ¿saben que me ha ocurrido? Dolores de cabeza y una sensación de malestar general. Volví a la alimentación que antes tenía (galletas, productos con conservador, botanas, etcétera).

         El hecho de abandor no fue del  todo negativo porque aprendí mucho en este proceso y tuve mucha conciencia de mi misma y los procesos en mi organismo.
         Al día de hoy he decidido retomar la alimentación sana, pero intercalando poco a poco los nuevos hábitos para acostumbrarme de forma natural y fluida.

        
Debo informarles que el tiempo que dejé la carne no me fue muy bien, noté un dolor en un costado del abdomen muy extraño y tuve que acudir al médico y ahí supe en mi diagnóstico que yo no puedo eliminar al 100% la carne de mi dieta por mi situación particular, ya que mi organismo la necesita, de otra forma colapsaría mi hígado. De ahí los dolores.

Decidí no experimentar más por mi cuenta, así que siempre será mejor acudir con un especialista.

Hubo un consejo que una vez leí en un libro de Karina Velasco, “trata de que el 80% de tus elecciones al comer, sean sanas” eso me ha funcionado mejor.

         Creo que si no me cuido ahora, más adelante será como una bola de nieve y deseo que cuando llegue a los 50s o más, estar lo más sana posible y sentirme bien; así que decidí al final dedicarme tiempo y poner atención a lo que como. Y no omito decir que mi té chai Bigelow y mi galleta de chispas de chocolate del costco no planeo dejarlos pronto, es parte de mi ritual a la hora de escribir; lo que si haré es dejar otras cosas que no me hacen tan feliz para darle cabida a los productos de la naturaleza.

         En conclusión, la propuesta de Marco Borges, si funciona, realmente te sientes bien; sin embargo tienes que estar listo para enfrentarte a quien a veces puede ser tu peor enemigo, tú mismo. También puedes tomar las recetas e incorporarlas a tu menú semanal ya que son deliciosas y saludables por supuesto.


        Felices lecturas.

Imágenes tomadas de Google y pinterest.
       


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